Abulimia

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Me ha tocado una calma negra,
segura de sí misma
con olores opacos y sabor a destilado de imagen
o germen de dedos secos,
sólo como estragos y como una base calculada de operaciones
de elegencia prístina sin bolsillos.
Con recuerdos, obsoletos pasos en falso a lo largo del camino secular.
A un griterío,
sólo destacar entre lo elegante
sudar al vuelo de las naves crecidas
comparable al color de las alas de mi destrucción.
Ungüento irascible de tambores aparcados
que rodean mi consciencia
habra un fruto coaxial despues de todo esto
al remar, al romperse el pecho contra lo llamado
avaricia que quema
por pobre batalla denegada
oliendo en tu mirada el juego, la capa
la incapacidad de mostrar el punto salado
en la mente poco consistente.
A partir de un diminutivo obvio
se aparean las cerraduras de la inconsciencia;
fermentan,
al calor de mis códigos sin humor.
Ni bien ni mal. 
Que se den cuenta que lo anverso
es un ojal de dulces de mienta
No puedo sino ofenderme
comparecer ante el tribunal conciliabúlico
óptico decadente, desencadenante de amperios
y sonidos mudos, palabrerío gordo y amorfo
en la morfosintaxis de lo corriente
al común de un himpala, 
Serenidad, clase para odar la noche
que invade mis pulmones
que caga en mi garganta
que reaparece y teje en mis oídos
con lana de metales tóxicos,
anzuelos,
me atraganto...
Entre arcadas de guarida
me despierto al insomnio oloroso
de sueños en tela sil-ente pintados con corales del sur
maquetas importantes para mi desvelo
no soy capaz de conciliar mis sueños
no soy capaz de reconciliarme con mi sueño,
mejor me los como,
luego me meto una pluma en la garganta
para verlos reaparecer como creación bulímica de los errores
de la belleza sedienta en la cumbre del pétalo zigzagueante
sólo un esfuerzo más y será distinito el camino a las hojas...
Las goteras brillan, 
cubriendo las nubes por completo...

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